No retengas tus tiernas misericordias de mí, Señor - No reprimas ni reprimas tus compasiones. Deja que tus misericordias, las expresiones de tu amor, fluyan libremente hacia mí en conexión con lo que he hecho. Según corresponda al Redentor, esta es una oración que Dios le otorgará en relación con su trabajo, y como recompensa por su trabajo, pruebas apropiadas de su bondad. Y especialmente, esto debe entenderse aquí como una oración de apoyo y liberación en las penas que le sobrevinieron en el cumplimiento de su trabajo. La oración es intermedia entre la expresión de su propósito de hacer la voluntad de Dios cuando todos los demás medios de salvación habían fallado Salmo 40:6, y las penas o sufrimientos que le sobrevendrían en el cumplimiento de su trabajo Salmo 40:12. Se vio a sí mismo en este punto de su vida, como se representa en el salmo, como a punto de hundirse en la profundidad de los males. Había guardado la ley de Dios, y por su obediencia hasta el momento había hecho su voluntad. Él había dado a conocer la verdad de Dios, y había declarado su gran mensaje a la multitud reunida que había abarrotado su camino, y se apresuró a escucharlo. Se vio ahora a punto de entrar en el valle de la tristeza; sumergirse en esa profundidad de los infortunios aflicdos relacionados con la realización de una expiación. Rezó, por lo tanto, para que, en estas penas que se acercaban, Dios no retendría la expresión de su tierna misericordia. El punto de tiempo, por lo tanto, en la vida del Redentor que ocupa el versículo que tenemos ante nosotros, es esa hora horrible y triste cuando, su trabajo público de enseñanza y de milagros terminó, estaba a punto de soportar las agonías de Getsemaní y de la cruz.

Deja que tu bondad amorosa - Tu misericordia. "Y tu verdad". Tus promesas; tu fuerte apoyo y fuerza; tu fidelidad Es decir, oró para que Dios se mostrara verdadero y fiel al llevarlo a través de la gran obra de la expiación.

Continuamente - A través de todas estas penas. No me dejes ni me abandones por un momento.

Presérveme - Evite que me hunda debajo de estos problemas; de hablar cualquier palabra impropia; de retroceder; de ser vencido por el tentador; de fallar en el gran trabajo que ahora se debe realizar. Como el Redentor tenía una naturaleza humana y divina; como era hombre, con todas las susceptibilidades humanas al sufrimiento, no era inapropiado que él pronunciara esta oración, y elevara su corazón con la mayor seriedad a Dios, para que no pudiera ser abandonado en la consumación de la gran obra de su vida, y que este trabajo podría no fallar.

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