Bienaventurado el hombre que pone en Jehová su confianza, que pone a Jehová como su única confianza, y no respeta a los soberbios, recurriendo a ellos en busca de ayuda, ni a los que se desvían a la mentira, a los falsos ídolos y vanidades de esta vida, a todo aquello en lo que los hombres tontamente hacen la base de su esperanza y confianza fuera de Jehová. El que habla ahora, en el gozo de Su liberación, se incluye a sí mismo con toda la congregación de creyentes al exaltar las misericordias de Jehová.

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