No confíes en la opresión, con la cual los hombres poderosos esperaban enriquecerse, y no se vuelven vanos en el robo, poniendo una confianza necia en los resultados de pequeñas y grandes especulaciones; si las riquezas aumentan, aun con la ganancia legítima, no pongas tu corazón en ellas, aferrándote a ellas con una confianza que pertenece solo a Dios.

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