Sólo consultan para echarlo de su excelencia, para privarlo de su puesto elevado al que Dios lo había elevado; se deleitan en la mentira, el arma principal de todos los detractores; bendicen con su boca, a la manera de los hipócritas de todo el mundo, pero maldicen por dentro, contando con su duplicidad para llevar el día por ellos. Selah. Solo hay una cosa que el creyente puede hacer en tales apuros.

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