¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, incurriendo en iniquidad, realizando ostensiblemente la justicia, y aceptando a las personas de los impíos, favoreciendo sus rostros, es decir, pervertiendo el derecho y la justicia a su favor? Selah. Tal perversión de la justicia era común en los tribunales orientales, donde los cortesanos halagadores eran admitidos en presencia del soberano y lograban sus fines, mientras que otros tenían que contentarse con permanecer fuera y que su caso se decidiera en su contra en su ausencia.

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