Oh Señor de los ejércitos, bendito el hombre que confía en ti, esperando confiadamente del gran Rey del cielo todo bien y todos los dones perfectos. La aplicación de este salmo, tanto al anhelo del cristiano por las bendiciones contenidas en los medios de la gracia como a su anhelo de la revelación final de la gloria de Dios, es obvia y, al mismo tiempo, muy reconfortante.

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