Tú gobiernas el furor del mar, cuando trata de levantarse contra sus leyes con insolente desafío; cuando sus olas se levantan, los acallas, haciéndolos hundirse en una furia impotente. Ante este omnipotente poder, además, la orgullosa arrogancia de los hombres es igualmente impotente.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad