Ay del pastor ídolo, el pastor inútil, que abandona el rebaño, descuidando su principal deber para con sus miembros. La espada estará sobre su brazo, haciendo que pierda este importante miembro de su cuerpo, y sobre su ojo derecho, también una posesión muy preciosa; su brazo quedará limpio y seco, y su ojo derecho se oscurecerá por completo. Difícilmente servirá limitar esta profecía a un poder terrenal y temporal.

Parece más bien que el Espíritu del Señor, mirando hacia adelante en la historia de la Iglesia, delineó con unos pocos trazos el reino del Anticristo erigido en medio de aquellos que rechazaron al Redentor en la plenitud de su gracia y misericordia, indicando en la al mismo tiempo que su poder sería quebrantado por el poder del Señor, como lo fue en la Reforma.

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