1 Samuel 11:1-15

1 Najas el amonita subió y acampó contra Jabes, en Galaad, y todos los hombres de Jabes dijeron a Najas: — Haz alianza con nosotros, y te serviremos.

2 Najas el amonita les respondió: — Haré alianza con ustedes con esta condición: que a cada uno de ustedes le saque el ojo derecho, de modo que yo ponga esta afrenta sobre todo Israel.

3 Entonces los ancianos de Jabes le dijeron: — Danos siete días, para que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel. Si no hay quien nos libre, nos rendiremos a ti.

4 Cuando los mensajeros llegaron a Gabaa de Saúl, dijeron estas palabras a oídos del pueblo. Y todo el pueblo alzó su voz y lloró.

5 Y he aquí que Saúl venía del campo, tras los bueyes. Y Saúl preguntó: — ¿Qué le pasa al pueblo, para que llore? Entonces le repitieron las palabras de los hombres de Jabes.

6 Y cuando Saúl oyó estas palabras, el Espíritu de Dios descendió con poder sobre él, y se encendió su ira en gran manera.

7 Él tomó un par de bueyes, los cortó en pedazos y los envió por medio de mensajeros a todo el territorio de Israel, diciendo: “Así se hará con los bueyes del que no salga tras Saúl y Samuel”. Entonces el temor del SEÑOR cayó sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre.

8 Saúl les pasó revista en Bezec: Los hijos de Israel eran trescientos mil, además de treinta mil hombres de Judá.

9 Y a los mensajeros que habían venido les dijeron: “Así dirán a los hombres de Jabes, en Galaad: ‘Mañana, a la hora de más calor, serán librados’”. Los mensajeros llegaron y lo dijeron a los hombres de Jabes, quienes se alegraron.

10 Entonces los hombres de Jabes respondieron a sus enemigos: — Mañana nos rendiremos a ustedes, para que hagan con nosotros todo lo que les parezca bien.

11 Y sucedió que al día siguiente, Saúl distribuyó el pueblo en tres escuadrones. Luego entraron en medio del campamento durante la vigilia de la mañana, e hirieron a los amonitas hasta la hora de más calor. Y sucedió que los que quedaron se dispersaron de tal manera que no quedaron dos de ellos juntos.

12 Entonces el pueblo preguntó a Samuel: — ¿Quiénes son los que decían: “¿Ha de reinar Saúl sobre nosotros?”. ¡Entréguennos a esos hombres para que les demos muerte!

13 Saúl respondió: — No morirá nadie en este día, porque el SEÑOR ha dado hoy una victoria en Israel.

14 Entonces Samuel dijo al pueblo: — ¡Vengan y vayamos a Gilgal para que confirmemos allí el reino!

15 Todo el pueblo acudió a Gilgal, y allí en Gilgal proclamaron rey a Saúl, delante del SEÑOR. Allí también ofrecieron sacrificios de paz delante del SEÑOR, y allí Saúl y todos los hombres de Israel se alegraron muchísimo.

el buen comienzo del nuevo rey

1 Samuel 11:1

Cien años antes, Jefté había derrotado a los amonitas; ahora estaban asediando a Jabes de Galaad. La ayuda parecía imposible. Pero cuando el Espíritu de Dios desciende sobre un hombre, ¡qué no puede hacer ese hombre! Esa fue la bendita experiencia de Saúl. Despertó al país, a la manera de los caciques escoceses con su cruz de fuego; luego envió un mensaje de esperanza a la ciudad agonizante; y finalmente, cuando amaneció sobre los tranquilos pastizales, con su ejército de liberación irrumpió en el campamento amonita.

¿No hubo una conexión entre el autocontrol previo de Saúl y su victoria actual? ¿Y no debe realizarse siempre esa conexión? Cada uno de nosotros debe luchar nuestra lucha contra la herencia, el medio ambiente y el hábito; contra el yo interior y Satanás fuera. La medida de nuestro éxito será la medida de nuestra capacidad para ayudar a los demás. La montaña de la tentación en la vida de nuestro Señor fue seguida a su debido tiempo por la liberación de los cuerpos y las almas de los hombres.

En la hora de la victoria, Saúl fue llevado al trono. Su éxito fue la escalera a su coronación. Recordamos que cuando nuestro Señor había destruido y quebrantado a nuestros enemigos, se sentó, en medio de la aclamación del cielo, a la diestra del poder.

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