la simpatía y compasión de Jesús

Marco 6:30

Cuando los apóstoles regresaron, tenían mucho que contar. Algunos estaban sonrojados por el éxito, otros radiantes de victoria sobre los demonios, otros, tal vez, sobrecargados y cansados, y todos necesitaban la tranquila y santa influencia del reposo y el silencio en la compañía del Señor. Y en esas horas o días tranquilos, cuando la fiebre desapareció de ellos, les enseñó lecciones memorables de cómo Él alimentaría al mundo con Su Iglesia, y cómo Su pueblo estaría a salvo en medio de las tormentas que azotaban el mar, porque siempre él los observaría desde lo alto y acudiría a ellos en el momento en que más se necesitara su ayuda.

Cristo se sienta como anfitrión en la gran mesa de la Iglesia, y los escasos recursos de sus siervos proporcionan el punto de partida para su multiplicación de pan. Él nos invita a que vayamos y consideremos lo poco que tenemos, para que podamos estimar adecuadamente la grandeza de Su ayuda. Observe cómo la mirada hacia arriba precede al quebrantamiento y el dar. Hay suficiente para cada uno, no solo de pan, sino de pescado; y los discípulos se refrescan con otro tipo de ministerio.

Entonces el Señor nos recrea convirtiendo las energías agotadas en nuevos canales. Lo que amenaza con dominarnos trae a Cristo a nuestro lado. Pero sus pasos deben ser detenidos, si queremos tener su compañía. Donde está Jesús, cesan las tormentas y los enfermos se curan.

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