Deberes para con Dios y la sociedad

Mateo 22:15

Esta lectura inicia un maravilloso ciclo de entrevistas entre nuestro Señor y Sus interrogadores. Primero los herodianos, luego los saduceos y finalmente los fariseos fueron respondidos y silenciados. ¡Qué sabiduría inimitable había en Sus respuestas! ¡Cuán magistralmente apartó la batalla de la puerta y los mató con sus propias espadas!

Teóricamente, Dios era Rey en Israel. Entonces, ¿estaban justificados los judíos al pagar tributo al César? Si nuestro Señor lo hubiera dicho, sus enemigos lo habrían acusado de traición a la teocracia. Si lo hubiera prohibido, lo habrían acusado de traición a sus conquistadores romanos. Nuestro Señor respondió con maravillosa sabiduría. Rompió el velo y reveló su hipocresía. Esa moneda indicaba que los romanos eran responsables de mantener la ley y el orden.

Seguramente era correcto que se pagaran las cuotas de César. Pero era igualmente correcto dar a Dios las almas que había redimido. ¿Somos tan cuidadosos al entregar a Dios nuestro corazón y nuestra vida como lo somos al pagar nuestros impuestos y servir al estado?

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