la mujer digna

Proverbios 31:1

En estas palabras del rey Lemuel, notamos la influencia de una madre en la educación de su hijo. Una mujer nunca está más ocupada que en advertir a su hijo contra las seducciones del placer y en darle un alto sentido de lo que es correcto. Los pecados de la carne han sido la trampa peculiar de los personajes reales, impidiéndoles defender la causa de los desolados y ministrar juicio a los pobres y necesitados.

¡Qué contraste con la gloria de la soberanía de Jesús! Cuando Savonarola predicó con su ardiente elocuencia en Florencia, la gente gritó: "¡Jesús es nuestro Rey, solo Jesús!" Eso es lo que todos necesitamos. Él es el Rey de quien sus súbditos nunca deben avergonzarse.

No podemos interpretar Proverbios 31:6 y Proverbios 31:7 como un mandato divino, sino más bien como una admisión de que el alcohol imparte un estímulo temporal a los desesperados y moribundos. Debemos recordar Proverbios 20:1 .

Aún hablando del rey, Lemuel muestra cómo se puede emplear mejor su influencia, Proverbios 31:8 y Proverbios 31:9 . Pero todos tenemos la misma obligación y privilegio.

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