Habiendo tratado así con la Iglesia, el apóstol le mostró a Timoteo cómo debía cumplir con su responsabilidad. Tenía un deber hacia la verdad y, por tanto, hacia la Iglesia. Para corregir los errores que pudieran surgir, Timoteo debía dar instrucciones definidas. La abstinencia de las cosas lícitas es un asunto de decisión y acción personal, y nunca debe convertirse en una necesidad de la vida religiosa o la piedad. El apóstol luego describió los secretos de la fuerza para aquellos que fueron llamados a defender la verdad contra el error. Un dicho fiel y digno de ser aceptado es que Dios es "el Salvador de todos los hombres, especialmente de los que creen".

El maestro debe ser un hombre que transmita convicción. El mandato "Nadie desprecie tu juventud" tiene la fuerza de "No seas despreciable". A continuación, se indica cómo Timoteo puede cumplir con este mandato. Debe ser un ejemplo de los creyentes en la piedad de vida. Las instrucciones finales del apóstol con respecto al deber de Timoteo para con la verdad son sorprendentemente completas en su descripción del verdadero método y hábito del ministro cristiano. Pueden dividirse así:

(1) su obra pública (versículo 1 Timoteo 4:13),

(2) su trabajo privado (versículos 1 Timoteo 4: 14-15), y

(3) su actitud general y su consecuente resultado (versículo 1 Timoteo 4:16). El mayor poder del predicador es la personalidad; la continuidad en su obra es el camino de su salvación y, por tanto, también el camino de salvación para los demás.

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