Sobre la base de este estudio, Moser exhortó al pueblo a ser obediente. Su llamado se basó en la grandeza de su Dios y la perfección de su ley. Toda su existencia como nación se centró en un ideal espiritual. Por lo tanto, volvió a enfatizar la importancia de que intentaran no hacerse semejantes a Dios.

Mirando hacia el futuro, pronunció palabras que, a la luz de la historia posterior, parecen proféticas. De hecho, predijo la historia de la corrupción de la gente en la tierra y su exclusión final de ella. Sin embargo, también declaró que cuando volvieran a Él de nuevo con el corazón lleno, Él todavía tendría misericordia de ellos y los restauraría.

Finalmente, los instó a comparar los hechos de su existencia nacional con el resto de la historia. Su Dios les había hablado. Su Dios había actuado por ellos. Por lo tanto, Moisés los instó a que Él era Dios y a guardar Sus mandamientos.

El final del capítulo registra brevemente, primero, el nombramiento de tres ciudades de refugio, y luego constituye el comienzo de una introducción al segundo discurso. Este comienzo marca cuidadosamente el lugar, el tiempo y el tema.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad