Estos signos fueron seguidos por denuncias que surgieron naturalmente de lo que habían enseñado. En términos generales, el profeta predijo primero el juicio venidero de la espada contra toda la tierra y la consiguiente dispersión del pueblo. Se declaró claramente que en este proceso de juicio Jehová preservaría un remanente de aquellos que escaparían de la destrucción de Jerusalén, y en cuya mente permanecería el juicio, produciendo arrepentimiento y la convicción de que la palabra de Dios no era en vano. .

Entonces se le encargó al profeta que transmitiera este mensaje de la espada con todos los signos externos de vehemencia y pasión, y que dejara perfectamente claro que la venganza se movía hacia el propósito de restaurar el conocimiento de Jehová a aquellos que lo habían olvidado. La referencia al remanente en el curso de esta primera denuncia explica la acción final en la cuarta señal, es decir, la recogida de unos pocos cabellos esparcidos y atarlos en las faldas del manto del profeta.

La conciencia de Ezequiel de la causa subyacente de la reprobación del pueblo elegido es evidente a través de toda esta sección, en la que describe sus resultados. Israel había abandonado la comunión con Dios y había dejado de conocerlo. Actualmente, esto se trata con mayor detalle, pero es interesante notar que el profeta lo reconoció a lo largo de todos estos mensajes.

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