En este capítulo tenemos la descripción del último de los cuatro signos. Al profeta se le ordenó tomar una espada, afilada como navaja de barbero, y con ella cortarse el cabello y la barba. El cabello así tomado debía pesarse y dividirse en tres partes. El primero iba a ser quemado en medio de la ciudad al final del sitio; el segundo sería herido a espada alrededor de la ciudad; y el tercero para ser esparcido al viento. Finalmente, algunos cabellos debían ser recogidos y atados en su falda, y de ellos algunos debían ser arrojados al fuego.

La explicación de la señal se le dio luego a Ezequiel. Jerusalén, en medio de las naciones, se había rebelado contra Jehová, y por eso él estaba contra ella. Una tercera parte del pueblo moriría de pestilencia en medio de la ciudad, otra tercera parte moriría en batalla alrededor de ella; el tercio restante se esparciría a los vientos.

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