Este es el relato de la cuarta aparición directa de Jehová a Abram y evidentemente tenía conexión directa con lo que había precedido inmediatamente. Abram había pasado por dos conflictos, el primero con los reyes, el segundo con la sugerencia de enriquecimiento del tesoro de Sodoma. En ambos había salido victorioso. Ahora la voz divina declaró, primero, "Yo soy tu escudo", recordándole cómo se había obtenido su victoria sobre los reyes; mientras que la segunda palabra, "Yo soy ... tu gran recompensa" le recordó que no había perdido nada al rechazar la recompensa ofrecida por el rey de Sodoma.

En respuesta a esta palabra de Dios, la fe de Abram pasó a un nivel superior. Pudo hablar con Dios de la tentación de dudar que estaba en su corazón. Inmediatamente se le respondió con la promesa divina de un heredero y se le ordenó mirar las estrellas para encontrar la medida del problema, "si puedes contarlas". Abram no pudo, pero Dios sí. Así sería su simiente. Mirando las estrellas, sabría que hay un orden donde no puede descubrirlo, número donde no puede seguirlo; propósito donde no pudo rastrearlo. Creía muy literalmente; Edificó sobre Dios, y Dios se lo contó por justicia.

Jehová ahora repitió la promesa de que heredaría la tierra y, en respuesta a la solicitud de Abram, le dio una señal. Fue dado en conexión con el sacrificio. En el horror de la gran oscuridad, Abram recibió la revelación de la angustia que se avecinaba a su pueblo y de un resultado fuera de ella. Esto, por la significativa visión de un horno humeante y una lámpara. La solicitud de Abram de una señal fue la solicitud de fe. Por eso fue concedido. Cuando la incredulidad solicita una señal, se la rechaza.

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