Aquí comienza el tercer y último círculo de la primera división del libro. Consiste en una serie de profecías sobre el pueblo elegido y el mundo.

En este capítulo tenemos una revelación gráfica de las dificultades con las que tuvo que enfrentarse Isaías y de su inquebrantable lealtad a la verdad. Se divide en cuatro partes. En el primero (versículos 28: 1-6), el profeta anuncia el juicio sobre Efraín. Su gloriosa belleza se consumirá antes del flagelo que se avecina. Sin embargo, este juicio debe avanzar hacia la victoria final de Jehová. La segunda parte (versículos 28: 7-13), revela cómo se recibió el mensaje del profeta.

Se abre con una vívida imagen de una juerga impía, en la que tanto el sacerdote como el profeta son vencidos por la bebida fuerte. Luego se registra su burla del profeta: "¿A quién enseñará conocimiento?" A esto responde declarando que hay otro método de hablar y, además, que había un propósito en el método de vacilación que había adoptado. Luego advierte a los burladores de su insensatez (versículos 28: 14-22), describiendo su falso pacto con la muerte, declarando la palabra de Jehová de que será desanimado e instándolos a que dejen de burlarse. Finalmente (versículos 28: 23-29), mediante una serie de ilustraciones notables extraídas de la agricultura, el profeta declara que los juicios de Dios son metódicos y se mueven perpetuamente hacia un propósito.

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