Siguiendo el manifiesto, tenemos en los próximos tres capítulos una serie de mensajes de Jehová. El primero declara su propósito perpetuo para su pueblo. Su actitud constante de amor se afirma en promesas que obtienen su fuerza del hecho de que miran hacia atrás a liberaciones pasadas. Pasando por las aguas y por los ríos, caminando por el fuego, deben estar a salvo, porque han estado a salvo en tales condiciones.

Entonces se promete definitivamente la liberación, en la que el norte debe rendirse y el sur no debe retroceder. El propósito actual de Dios es que los ciegos que todavía tienen ojos y los sordos que todavía tienen oídos sean sacados a la luz. Israel ha fracasado tristemente como siervo de Dios, pero su liberación final y el cumplimiento de su vocación como testigo son seguros por lo que Dios es y por lo que Él puede hacer. La declaración termina con el anuncio y el desafío: "Trabajaré, ¿y quién lo revertirá?".

En el segundo mensaje se describe con mayor detalle el propósito actual de liberación de Dios. Por amor de Israel, todos sus enemigos serán destruidos. En medio de esta declaración, y para el estímulo de la fe, se hace un llamado a la historia pasada. "No os acordéis de las cosas pasadas, ni consideres las cosas del pasado". Sin embargo, estas cosas serán reemplazadas por las nuevas, y el propósito es que el pueblo de Jehová pueda exponer Su alabanza. Este anuncio es seguido por un llamado a las personas en las que se describe su pecado. Se promete el perdón de Dios y se explica nuevamente su castigo.

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