Este último capítulo es, sin duda, difícil de interpretar. En él, el profeta parece mirar más allá de todo lo que ha descrito anteriormente y enfrentarse al destino. Primero anuncia de nuevo el hecho del gobierno establecido de Dios, y luego procede a mostrar cómo, para aquellos que habían elegido sus propios caminos, elegirá engaños, y eso porque cuando llamó no respondieron. A los que habían temblado ante su palabra, Él los librará, a pesar de todas las dificultades.

En el mensaje final, el profeta describe la venida de Jehová con fuego, cuando Sus carros serán como un torbellino. Es un cuadro de justa venganza, que procede al establecimiento de los nuevos cielos y la nueva tierra que permanecerán ante el Señor.

La última declaración de la gran profecía recuerda a los que leen el seguro y terrible juicio de Dios sobre el mal, el único hecho que nunca debe perderse de vista, que no puede haber paz para los malvados.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad