Aún hablando con Sedequías, Jeremías repitió tres profecías del pasado, la primera fue una visión después del cautiverio de Jeconías (Joaquín), la segunda fue un mensaje entregado en el cuarto año de Joacim, y la última aún antes, entregada al principio. del reinado de Joacim.

La visión después del cautiverio de Jeconías fue de dos cestas de higos, la primera conteniendo higos muy buenos y la segunda muy malos. La canasta de buenos higos simbolizaba a los cautivos que habían sido llevados a la tierra de los caldeos. De ellos, en el futuro, Jehová restauraría a los suyos. La canasta de higos podridos representaba a Sedequías y a los que permanecieron en la tierra debajo de él. Estos en la economía de Dios estaban dedicados al juicio. Este recordatorio de la visión serviría para aclararle a Sedequías la carga que el profeta tenía que entregarle.

Los falsos profetas hablaban tanto entre los cautivos como en Jerusalén, y durante el resto del mensaje de Jeremías a Sedequías, él negó la autoridad y la inspiración de estos falsos maestros e insistió en la exactitud de esta visión de las cestas de higos.

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