Esta imagen de Juan está llena de patetismo, desde el gran triunfo de la predicación inspirada hasta la soledad y la soledad de una prisión. Juan hizo una aplicación tan directa a Jesús como lo permitían sus circunstancias. Seguramente el curso más sabio posible. Jesús le respondió no con una seguridad verbal, sino con las obras del Reino. Las credenciales de Cristo siempre se encuentran en sus obras reales.

La inconstancia y la inutilidad de la opinión pública tiene aquí un ejemplo sorprendente. En la forma de vida ordinaria, Jesús y Juan eran contrastes. El uno era un asceta radical, que vivía de la manera más sencilla; el Otro era un Hombre del pueblo, que vivía de la manera ordinaria. El primero que dijeron tenía un diablo; al Maestro lo acusaron de glotonería y embriaguez. Sólo hay una cosa para los que están llamados al servicio público, es decir, seguir adelante, sin desviarse en la lealtad a Dios, y sordos a las voces que los rodean, sabiendo que al fin "la sabiduría es justificada por sus obras".

¡Cristo reprendiendo a las ciudades! Parece tan contrario a Su espíritu de amor y mansedumbre, pero no es así. ¿Por qué les reprocha así? "Porque no se arrepintieron". Persistieron en rebelión, y eso a pesar de las manifestaciones de Su poder. Hay, entonces, una condición más profundamente degradada, más desesperada, que la de Sodoma. El pecado contra la luz es mucho más terrible en sí mismo, y más espantoso en sus resultados, que los pecados cometidos en la oscuridad. El rechazo de Capernaum al Hijo de Dios es infinitamente peor que la bestialidad de Sodoma.

Desde el reproche de las ciudades, el Maestro se volvió a la oración. El uso de la palabra "contestado" es sugerente, revelando el hecho perpetuo de comunión existente entre Cristo y Dios. La nota de alabanza fue la respuesta del corazón de Cristo al secreto de Jehová.

De la oración se volvió hacia la multitud con palabras llenas de la más dulce piedad y el poder más divino. Afirma el conocimiento del Padre, que solo pueden obtener aquellos a quienes Él desea revelar al Padre. Y mientras hacemos una pausa y nos preguntamos quiénes serán los favorecidos, se interrumpe en nuestros oídos la más dulce de todas las músicas. Él llama a todos los que están trabajados y cargados, y promete darles descanso al revelar al Padre de tal manera que hacer Su voluntad será el deleite de la vida, la carga ligera, el yugo suave.

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