Como resultado de esto, el Rey llama, equipa y envía a sus discípulos. No se puede hacer ningún trabajo para extender Su Reino que no sea el resultado directo de Su compasión. A los hombres que están en comunión con esa compasión, Él primero les dice: "Oren" y luego, "Vayan". Esta es la orden perpetua de los mensajeros y misioneros de Su Reino: Compasión, Oración, Servicio.

Estos hombres deben proclamar el Reino y acompañar el anuncio con signos. La medida de su servicio debe ser la medida de su recepción: "gratuitamente". El Rey les advierte de la persecución y les promete que, ante gobernadores y reyes, el Espíritu les dará la palabra para hablar. Toda la persecución y los malos entendidos los llevarán a la más verdadera comunión con Él, "el discípulo como su Maestro", "el siervo como su Señor". Este sentido de camaradería con Cristo en el sufrimiento es la cura segura para su inteligencia.

Luego, siga las palabras acerca de Dios que están llenas del terror más abrumador, y estas están vinculadas con otras palabras quizás más exquisitamente tiernas que las que se hayan dicho acerca de Él. "Capaz de destruir el alma y el cuerpo en el infierno". "Ninguno de ellos [gorriones] caerá a tierra sin vuestro Padre, sino que hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados". Con tales concepciones de Dios, ¿quién no se atreverá a servirle?

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