Una vez más, las circunstancias son dolor y aflicción. La actitud del que sufre es la verdadera dignidad. Si el salmo se toma en relación con el anterior, marca un avance, quizás una ganancia de esa experiencia. Luego vimos a un hombre clamando por Jehová y Su ayuda. Aquí hay un hombre que todavía está pasando por una prueba y muy consciente de ella, pero ha encontrado el lugar secreto de la comunión y esto condiciona sus actitudes.

Mantiene un gran silencio hacia sus enemigos, cuyo secreto declara en seguida: "Enmudecí, no abrí la boca, porque Tú lo hiciste". Sin embargo, las cosas que ve lo conmueven extrañamente y al fin rompe el silencio.

Aquí nuevamente, el resultado de su conocimiento de Jehová se ve en que habla a Jehová y no a sus enemigos. Así establece la extraña prosperidad de los malvados en relación con Dios. Se ve que todo el éxito aparente no vale nada y este hombre afligido hace su llamamiento personal a Jehová.

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