Nuevamente tenemos una canción en medio del peligro. El cantante es objeto de una oposición decidida, sigilosa y maligna. Está dividido en dos partes, y ambas terminan con la misma declaración: "Dios es mi torre alta".

El primero (versículos 59: 1-9) describe el peligro. Sin ningún motivo, y con la determinación más implacable, los enemigos del cantante intentan abarcar su destrucción. Anuncia su determinación de esperar en su Fuerza y ​​declara que Dios es su Torre alta.

La segunda parte es una oración para que Dios se encargue de estos enemigos. No para que sean muertos, sino para que sean consumidos en su propio pecado. Luego anuncia su determinación de cantar alabanzas a su Fuerza, y la nota de la alabanza es la de la oración. ¡Dios es su alta torre!

Quizás no haya una descripción más hermosa de lo que Dios es para su pueblo probado. La frase sugiere fuerza y ​​paz a la vez. Una torre contra la que todo el poder del enemigo se lanza en vano. Una torre alta para que el alma que se refugia en ella se eleve muy por encima de la confusión y la contienda, y pueda ver desde un terreno ventajoso de perfecta seguridad la violencia que es inútil y la victoria de Dios.

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