1 ¡Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío! Insiste en la fuerza y ​​la violencia de sus enemigos, con el fin de excitar su mente para un mayor fervor en el deber de la oración. Él los describe como levantarse contra él, en cuya expresión alude no solo a la audacia o la ferocidad de sus asaltos, sino a la eminente superioridad de poder que poseían; y, sin embargo, pide que lo levanten en lo alto, por así decirlo, por encima del alcance de esta inundación excesiva. Su lenguaje nos enseña que debemos creer en la capacidad de Dios para liberarnos incluso en ocasiones de emergencia, cuando nuestros enemigos tienen una ventaja abrumadora. En el verso que sigue, mientras expresa la extremidad a la que fue reducido, al mismo tiempo anuncia la injusticia y la crueldad de sus perseguidores. Inmediatamente después, conecta los dos motivos de su queja: por un lado, su completa impotencia ante el peligro y, por otro, la naturaleza inmerecida de los asaltos que sufrió. Ya he observado repetidamente que nuestra confianza en nuestras aplicaciones a un trono de gracia será proporcional al grado en que somos conscientes de la integridad; porque no podemos dejar de sentir una mayor libertad al defender una causa que, en tal caso, es la causa de Dios mismo. Es el vindicador de la justicia, el patrón de la causa justa en todas partes, y aquellos que oprimen a los inocentes necesariamente deben clasificarse entre sus enemigos. En consecuencia, David funda su primera súplica sobre su completa destitución de todos los medios terrenales de ayuda, expuesto como estaba en conspiraciones por todos lados y atacado por una conspiración formidable. Su segundo se basa en una declaración de inocencia. Puede ser cierto que las aflicciones son enviadas por Dios a su pueblo como castigo por sus pecados, pero, en lo que respecta a Saúl, David podría exonerarse de toda culpa y aprovecha esta ocasión para apelar a Dios en nombre de su integridad, que yacía bajo la sospecha de las calumnias básicas de los hombres. Pueden fingirlo, pero él declara que podrían acusarlo sin delito ni culpa. Sin embargo, ya que su hostilidad carecía de fundamento, nos dice que corrieron, que no cesaron en su actividad, sin otra opinión que lograr la ruina de su víctima.

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