Quizás en ningún salmo de todo el salterio el sentimiento de dolor es más profundo o más intenso que en este. El alma de la cantante se derrama en un desenfrenado abandono al abrumador y terrible dolor que la consume.

La primera mitad está ocupada íntegramente con una declaración de la terrible conciencia. Primero hay un grito de angustia, penetrante y apasionado (versículos 69: 1-6). Las circunstancias descritas son de abrumador indefenso en aguas y fango. Sin embargo, la principal agonía es que Dios parece descuidar el clamor, y un temor llena el corazón de que otros sean dañados por lo que ven de la desesperanza y desamparo de su sufrimiento.

En el siguiente movimiento, el cantante declara que este sufrimiento ha llegado en el camino de la lealtad a Dios (versículos 69: 7-12).

Después de esta declaración, el grito de auxilio se repite con nuevo énfasis y pasión (versículos 69: 13-18). Esta parte del salmo revela la condición en la que a veces son llevados los hombres de fe. Sin embargo, contiene la sugerencia de un dolor más profundo que cualquier otro que haya experimentado. Nada puede concebirse más abrumador que el sufrimiento extraño e inexplicable que resulta de la lealtad a Dios y el celo por su honor.

El reproche inmerecido es el dolor más estupendo posible para el alma sensible. Sin embargo, incluso a lo largo de todo este movimiento, que expresa un dolor tan intenso, hay un trasfondo de confianza en Dios.

En presencia de ese Dios cuya bondad amorosa el cantor ha declarado buena, continúa vertiendo su queja. De repente, la canción se convierte en un apasionado grito de venganza. Es una visión falsa de las cosas la que critica este grito como indigno de un hombre familiarizado con Dios. Realmente es la expresión de un deseo justo de juzgar contra el mal esencial. El método que ha descrito como utilizado por sus adversarios violaba el orden esencial y fundamental del Reino divino.

Por el bien de ese orden y la vindicación de Dios, debe haber un lugar para la retribución y la venganza. La pasión pasa y sigue una oración que se funde en alabanza y culmina en una gran afirmación de confianza en Dios.

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