Este salmo es un clamor por justicia, nacido de un sentido de mala administración de los que están en autoridad. Primero anuncia el hecho de que Dios es el Juez supremo. Este es un reconocimiento de la perfecta equidad del estándar de justicia. Los jueces en mente se han equivocado al mostrar respeto por las personas de los impíos, y así se apartaron de esa estricta justicia que siempre caracteriza los tratos de Dios ante quien todos son responsables.

A continuación, el cantante expone cuáles son las funciones esenciales de los jueces. Son especialmente para atender a todos aquellos que se encuentran en circunstancias de dificultad y peligro. Esto no se había hecho, porque esas personas no tenían conocimiento de orientación. Los jueces han tenido el nombre de la autoridad y su cargo, pero por su fracaso deben ser degradados.

La canción termina con un llamado a Dios para que se levante y juzgue la tierra. Este es todo el grito del hombre de fe cuando se encuentra en presencia de los agravios y opresiones que prevalecen entre los pobres y afligidos. No hay nada que el mundo necesite hoy más que la administración de una justicia estricta e imparcial, y no hay mayor consuelo para el corazón que la convicción de que la oración del salmista, se multiplicó diez mil veces en los siglos que pasan por todos los que han sido y todavía están, conscientes de la injusticia imperante, todavía recibirán respuesta. El día del juicio de Dios será un día de misericordia en el sentido más amplio.

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