La conclusión final (7: 54-60).

A los jueces eruditos no les gustan los que están en juicio tratando de condenarlos por delincuentes, y como no estaban dispuestos a admitir que estaban equivocados, el resultado era inevitable. El sentimiento de inquietud que había crecido a medida que avanzaba la defensa de Stephen se había convertido ahora en una auténtica ira.

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