Entonces salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron hacia el sepulcro, y ambos corrieron juntos, y el otro discípulo adelantó a Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose y mirando hacia adentro, ve los lienzos tendidos, pero no entró.

La noticia de María conmovió a Pedro y a Juan e inmediatamente se dirigieron al sepulcro para averiguar qué había sucedido. Corrieron, y la carrera fue la carrera de hombres profundamente perturbados. ¿Qué podría significar esto? Simplemente estaban ansiosos por llegar lo más rápido posible. El escritor recuerda vívidamente la carrera hacia la tumba, y cómo superó a Pedro, y sin embargo, al llegar a la tumba y mirar hacia adentro, se sintió demasiado atemorizado para entrar en la tumba.

O puede ser que fuera demasiado consciente de que incurriría en una profanación ritual durante la Pascua (algo inculcado desde el nacimiento en una familia con altas conexiones religiosas) si entraba en la tumba. Sin embargo, recuerda cómo vislumbró los lienzos que deberían haber estado sobre el cuerpo de Jesús. Este es el vívido recuerdo de un testigo ocular que recordó cada detalle.

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