Entonces Jesús les respondió y dijo: “Mi enseñanza no es mía, sino de aquel que me envió. Si alguien realmente quiere hacer su voluntad, sabrá de la enseñanza, si es de Dios o si hablo por mí mismo ”.

Jesús respondió a su asombro y explicó la fuente de su enseñanza. 'Mi enseñanza no es mía, sino de Aquel que me envió. Si la voluntad de algún hombre es hacer la suya, sabrá si la enseñanza es de Dios o si estoy hablando por mi propia cuenta ”. Quería que supieran que fue Dios quien le había enseñado, con el resultado de que Su enseñanza era tal que aquellos que realmente querían saber y hacer la voluntad de Dios la reconocerían por lo que era.

Si realmente fueran de Dios, reconocerían que lo que Él habló era de Dios. Hizo hincapié en que no hablaba por su propia autoridad, sino por la de Dios, y que su enseñanza era tal que, a quienes juzgaban con justicia, les revelaba la verdad de Dios. Entonces, si querían entenderlo y conocer la verdad, que pusieran su corazón en Dios, y entonces conocerían genuinamente la verdad de lo que Él estaba diciendo.

Sabiendo que los escribas y fariseos nunca enunciarían la enseñanza sin citar la autoridad de maestros anteriores, y que esto era lo que esperaban las multitudes, Jesús citó Su autoridad. Fue Dios quien fue Su autoridad.

Es significativo que mientras en el Evangelio de Juan Jesús hablaba constantemente de tal manera que apuntaba a Su enseñanza como evidencia de Su condición de Hijo, hasta ahora se nos ha dado relativamente poca de esa enseñanza en el Evangelio (aparte del capítulo 5). Por lo tanto, está bastante claro que John espera que sus lectores hayan leído o escuchado esa enseñanza en otro lugar. Asume un amplio conocimiento del mismo. Y si bien, por supuesto, era cierto que existía la tradición oral, los que habían conocido a Jesús casi todos habían muerto.

Por lo tanto, se puede suponer que el escritor dependía de los otros evangelios (de los que él sabría) y de la tradición en las iglesias, ya que había dado los detalles de la enseñanza de Jesús necesarios para respaldar sus afirmaciones. Pero en vista del hecho de que no hay evidencia en el Evangelio de palabras tomadas de los otros Evangelios, es dudoso que tuviera copias de esos Evangelios disponibles para él.

'Si hablo de mí mismo'. Si la fuente de sus ideas vino solo de su propia cabeza, o si vinieron de Dios.

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