"El que tiene oídos para oír, oiga".

Jesús luego termina este pasaje, y toda la sección, con la súplica de que hombres y mujeres escuchen sus palabras. Que los que tienen oídos para oír, oigan. Esto podría significar que deben asegurarse de escuchar, marcar, aprender y digerir internamente. O que solo aquellos a quienes Dios les da 'oído' entenderán. Ambos son verdaderos, porque uno complementa al otro. Por tanto, la pregunta que cada uno de nosotros debe hacerse es: ¿tenemos oídos para oír?

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