2 Reyes 3:15

En esta ocasión, Eliseo estaba molesto o acalorado; y sintió que no estaba en condiciones de recibir comunicaciones e impresiones Divinas. El corazón airado cierra la puerta al bondadoso Espíritu de Dios. Entonces el profeta sintió que debía ser consolado, y llamó a un juglar para que tocara delante de él. Las suaves tensiones calmaron los nervios, el corazón, el alma y el espíritu, y pudo recibir el mensaje de Dios y explicárselo a los demás.

I. Esta historia nos enseña que es conveniente que busquemos por medios naturales calmarnos y calmarnos en un estado de ánimo favorable para recibir la influencia de ese Espíritu sin el cual no podemos orar ni alabar correctamente. No existe un medio natural como la música.

II. El texto enseña que debemos tratar de tener todo el entorno natural que nos sea favorable, de modo que podamos comenzar de manera justa cuando busquemos elevarnos a lo que está por encima de la mera naturaleza. "La música", dice el predicador estadounidense más influyente, "es el primer ministro del predicador". La función de la música es comenzar en el punto donde termina el sermón. "La música retoma y hace sustanciales las mismas verdades que pueden haber sido expresadas dogmáticamente". La música más grandiosa es esencialmente sagrada; es una expresión de fe y esperanza; es vitalmente oración y alabanza en todo espíritu humano puro y que mira hacia arriba.

AKHB, Los pensamientos más graves de un párroco rural, tercera serie, pág. dieciséis.

Referencias: 2 Reyes 3:15 . Obispo Woodford, Sermones sobre temas del Antiguo Testamento, pág. 92; Spurgeon, Sermons, vol. xxvii., No. 1612. 2 Reyes 3:16 . Congregacionalista, vol. iv., pág. 332. 2 Reyes 3:16 ; 2 Reyes 3:17 .

S. Cox, El nido de pájaro, pág. 47; JM Neale, Sermones para el año eclesiástico, vol. ii., pág. 41; Spurgeon, Evening by Evening, pág. 137. 2 Reyes 3:16 . Ibíd., Sermones, vol. xiii., núm. 747. 2 Reyes 3 Parker, vol. viii.

, pag. 101. 2 Reyes 4:1 . Ibíd., Fountain, 15 de marzo de 1877; JM Neale, Sermones en Sackville College, vol. iii., pág. 69; A. Edersheim, Eliseo el profeta, pág. 81. 2 Reyes 4:1 . H. Macmillan, Dos mundos son nuestros. pag. 253.

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