Ezequiel 10:13

( Ezequiel 37:9 )

Si se considera que la rueda representa todo el esquema y la estructura de la naturaleza, geológica, astronómica y elemental; y la respiración, como secreto de la vida y el movimiento, tienes una concepción filosófica del universo. Pero si contemplas el mecanismo de la naturaleza, además de la inteligencia y la vitalidad de la respiración, tu método de pensamiento poco filosófico confundirá tu razón y hará que la comprensión racional de cualquier cosa sea imposible.

I. Considere el misterio del mal como incluido en el gran todo y circuito de la existencia universal. Aprendamos a contemplar la caída y la muerte del hombre, junto con su nuevo nacimiento y resurrección, su ascensión y glorificación, como se comprende en la rueda de Dios. "¡Oh rueda!" Oh, ronda sin fin, de Dios, a las limitaciones y debilidades de la individualidad, a los errores y obstinaciones de la individualidad, y de allí a los poderes agotados, al cansancio y al sufrimiento, y a través del cansancio y el sufrimiento a la reconciliación con las misericordias redentoras del amor eterno, y luego hacia adelante y hacia adelante a través de sucesivas purificaciones y renovaciones, hacia el reposo y el hogar en la justicia fija y la bienaventuranza de la vida divina-humana, la eterna-humana.

II. Lo que necesita el alma humana, en todo el mundo, no es arenga, por muy elocuentemente que sea, sobre la antigua religión aceptada; sino ser impregnados, hechizados y llevados cautivos por un aliento de Dios más cálido y más potente de lo que jamás habían sentido. El aliento Divino se adapta tan exquisitamente a los requisitos de la naturaleza del alma como una mañana de junio al planeta. Ni el aliento de la mañana deja a los árboles más libres para deleitarse y desarrollarse bajo su influencia, de lo que el aliento de Dios permite que cada mente humana se desarrolle según su genio.

Nada mueve la rueda central del alma como el aliento de Dios. Todo el hombre se aviva, sus sentidos son nuevos sentidos, sus emociones nuevas emociones, su razón, sus afectos, su imaginación, son todos recién nacidos; el cambio es mayor de lo que él cree, se maravilla de los poderes en sí mismo que el aliento está abriendo y provocando.

J. Pulsford, Our Deathless Hope, pág. 278.

Referencia: Ezequiel 11:5 . Spurgeon, Sermons, vol. x., No. 591.

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