Génesis 49:5

De la historia de Simeón y Levi aprendemos de muchas maneras las malas consecuencias de dar riendas a nuestras pasiones airadas y deseos salvajes. Es necesario considerar esto, porque estas pasiones y deseos tienen un gran poder sobre nosotros, tan grande que no podemos depender de nada más para refrenarlos, sino de los principios de la verdadera religión práctica que se hundieron en nuestros corazones por la gracia de Dios.

I. Considere la miseria de aquellos que dejan a un lado el amor de Dios y la esperanza de sus recompensas, para poder satisfacer cualquier deseo propio. (1) De este número fue Esaú, quien vendió su primogenitura por un bocado de carne, y se convirtió en un tipo de aquellos que pierden su primogenitura celestial por el bien de la ganancia mundana. (2) La misma lección debe aprenderse de la historia de Siquem y Dina, quienes perdieron la bendición e incurrieron en el disgusto de Dios al ceder el paso a sus malas pasiones.

(3) Simeón y Levi formaron un plan para ejecutar una terrible venganza contra Siquem y todo lo que le pertenecía por la desgracia que habían sufrido. Cegados por su pasión, no vieron que se estaban deshonrando a sí mismos más por su traición y crueldad de lo que ya habían sido deshonrados por el deshonor de su hermana.

II. De esto aprendemos: (1) la necesidad de mantener un control y control constantes sobre nosotros mismos; (2) la necesidad de humillarnos por los pecados de nuestras vidas pasadas, y mirar cuidadosamente nuestra práctica actual para ver si todavía no se adhieren a nosotros de una forma u otra; (3) la necesidad del Espíritu de Dios para limpiar lo que está dentro, para quitarnos la impureza y la ira, a fin de que nuestros corazones sean aptos para Su morada.

Sermones sencillos de los contribuyentes a los "Tracts for the Times" vol. vii. pag. 36.

Referencias: Génesis 49:5 . F. Whitfield, Las bendiciones de las tribus, pág. 67. Génesis 49:8 . Ibíd., Pág. 97; J. Monro Gibson, The Ages before Moses, pág. 219.

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