Hechos 28:14

Semillas de vida.

I. Las palabras de mi texto describen muy simplemente la entrada de San Pablo en Roma por la Vía Apia, prisionero, hace casi dos mil años. ¿Cuánto ha subido y bajado en esos dos mil años? Millones y millones de hombres y mujeres han salido a la luz de nuestro sol y también han fallecido; pero este hecho de la entrada de San Pablo en Roma no pasa. Sabemos que él era una semilla de vida, portadora de vida; sabemos que esa vida ha traído estos grandes cambios; que la vida es nuestra herencia y vive en nosotros, y nunca morirá.

Esto lo sabemos ahora. La ingeniosa necedad del más necio adorador del conocimiento de los tiempos modernos reconoce que San Pablo fue un gran poder. Pero, ¿cómo fue entonces en ese momento? ¿Cómo se veía la semilla que había tenido un crecimiento tan poderoso?

II. A menudo he pensado que las últimas diez millas de San Pablo en Roma fueron el contraste más terrible que este mundo jamás haya visto, el triunfo más espléndido de la vida contra la fuerza y ​​las montañas imposibles del mal. Hay algo terriblemente real en ese hombre soltero que va al hermoso abismo del infierno, que era Roma, en el soleado día de primavera, bajando las laderas floridas de las colinas de Alban y a lo largo de la gran calle, y comparando su espíritu tranquila y silenciosamente con el aplastante magnificencia de templos, palacios, fortalezas, legiones e imperios.

Verdaderamente esto fue una semilla de vida, un germen inmortal, que vive ahora y siempre crece, aunque Roma ha perecido y muchas ciudades imperiales desde entonces. Pero entonces, era solo un prisionero pobre. Cuando vemos a alguien como San Pablo, trabajando claramente por los demás y por el bien de la vida, vemos una semilla de vida, y nunca podemos calcular la grandeza que pueda ser. Todos y cada uno de nosotros podemos ser un poder de semilla, podemos ser una vida capaz de sembrarse a sí misma, como parte de la vida de Dios en la tierra.

E. Thring, Uppingham Sermons, vol. ii., pág. 353.

Referencias: Hechos 28:14 ; Hechos 28:15 . Buenas palabras, vol. iii., pág. 255. Hechos 28:15 . Preacher's Monthly, vol. vii., pág. 9.

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