Hechos 4:1

En este versículo encontramos, en palabras sencillas, la verdadera filosofía de toda persecución.

I. Las autoridades se sintieron ofendidas porque los Apóstoles enseñaron. (1) Consideraron que los Apóstoles no estaban calificados personalmente para desempeñar los importantes deberes de maestros públicos. La naturaleza humana es siempre la misma. Los sacerdotes todavía se lamentan de que hombres que no son eruditos se comprometan a decidir qué es verdad y qué es error. (2) Las autoridades también opinaron que los Apóstoles no solo fueron descalificados educacionalmente, sino que no tenían ningún derecho oficial a enseñar.

Los sacerdotes reclamaron un derecho exclusivo a enseñar. Sin embargo, este no siempre ha sido el caso de los judíos. Los derechos y ceremonias de la religión sólo se habían depositado en la custodia de los sacerdotes; la enseñanza del pueblo fue confiada principalmente a los profetas. Cuando la profecía se extinguió, los sacerdotes asumieron las funciones de los profetas y, finalmente, llegaron a considerarse a sí mismos como los únicos maestros legítimos de la nación.

II. Las autoridades se sintieron ofendidas porque los Apóstoles enseñaron a la gente. (1) Algunos se sintieron afligidos por consideraciones personales; para los Apóstoles, trabajar para iluminar y convertir al pueblo estaba minando el poder de los sacerdotes. (2) Otros se sintieron molestos por motivos eclesiásticos. (3) Otros se sintieron molestos por motivos civiles.

III. Las autoridades se enfurecieron con el carácter de la enseñanza de los Apóstoles. (1) Reflejó un profundo descrédito en los tribunales de la nación. (2) Su enseñanza, además, era nueva, y los fariseos estaban muy enamorados de lo antiguo. (3) Su enseñanza contradecía rotundamente la de una sección influyente de la jerarquía. Los saduceos se sintieron ofendidos porque debían predicar "con el ejemplo de Jesús la resurrección de entre los muertos". Pero el encarcelamiento de los Apóstoles no frenó el poderoso progreso del Evangelio. Más bien lo ayudó a avanzar. Los tiempos de persecución son generalmente tiempos de mucha prosperidad espiritual.

J. Cynddylan Jones, Studies in the Acts, pág. 70.

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