Hechos 4:2

Enseñanza apostólica

I. Los apóstoles enseñaron. (1) El cristianismo es un educador de hombres; les enseña a pensar. Ese es el significado de la palabra "educar" para sacar la mente, para desarrollar sus facultades dormidas. Y el Evangelio está eminentemente calculado para hacer esto. Estimula la mente humana donde quiera que vaya. (2) El cristianismo enseña a los hombres a saber. Ese es el significado de la palabra "instruir" para acumular en la mente los materiales adecuados de conocimiento.

El cristianismo se describe acertadamente como una revelación; es decir, trajo verdades divinas al alcance de nuestra visión intelectual, verdades que antes nos eran inaccesibles. (3) Pensar no responde a su propósito primordial, excepto cuando conduce al conocimiento; y el cristianismo, como sistema de instrucción, une el pensamiento y el conocimiento, cumpliendo así nuestra idea de enseñanza.

II. Enseñaron a la gente. Los estudiantes entusiastas de la historia, sagrada y profana, son capaces de discernir dos etapas en la religión. (1) El primero es aquello en lo que se despierta en nosotros la reverencia por el culto supremo de lo que está por encima de nosotros. Este era el objetivo de la profunda reverencia de la cultura judía por lo Alto. (2) El cristianismo nos enseña a reverenciar no solo lo que está por encima de nosotros, sino también lo que está debajo de nosotros. Se ha predicado el Evangelio a los pobres. (3) El cristianismo cultiva la reverencia por lo alto y la reverencia por lo bajo. "Ellos enseñaron a la gente".

III. Predicaron a través de Jesús la resurrección de entre los muertos. (1) Predicaron el hecho de la resurrección. (2) Predicaron la doctrina de la resurrección. (3) Por lo tanto, su doctrina estaba muy por delante de la más alta enseñanza gentil y judía. La verdad, que se revela sólo con moderación en las Escrituras judías, y que media docena de santos eminentes es débilmente comprendida, brilla sobre nosotros en cada capítulo del Nuevo Testamento y es propiedad común de todo creyente.

J. Cynddylan Jones, Studies in the Acts, pág. 90.

Referencias: Hechos 4:5 . Homiletic Quarterly, vol. iv., pág. 155. Hechos 4:7 . Revista homilética, vol. vii., pág. 147. Hechos 4:7 .

AB Bruce, Expositor, segunda serie, vol. ii., pág. 458. Hechos 4:8 . Homiletic Quarterly, vol. iv., pág. 156.

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