Isaías 43:25

Hay una cosa que Dios siempre hace con el pecado. Lo quita de Su presencia. Dios no puede vivir con el pecado. Cuando arroja el alma culpable a una distancia inaccesible, y cuando perdona a un alma arrepentida y la deposita sobre su regazo, está haciendo lo mismo por igual en ambos casos, está quitando el pecado absoluta e infinitamente.

I. Considere al Autor del perdón. La expresión "yo, incluso yo" no es muy poco frecuente en la Sagrada Escritura; pero dondequiera que ocurra, ya sea en referencia a la justicia o a la misericordia, es la marca del Todopoderoso, que en ese momento toma para Sí, en algún grado especial, alguna prerrogativa soberana. Aquí, la magnífica repetición de ese nombre, dada por primera vez en la zarza, evidentemente tenía la intención de mostrar un rasgo característico del amor de Dios. Perdona como un soberano. Todos sus atributos se aplican a nuestra paz. El pecador perdonado se apoya en el Eterno, se apoya en el Infinito y contempla lo que no se desvanece.

II. La naturaleza del perdón. (1) En cuanto al tiempo. Observe, el verbo corre en tiempo presente "Yo, yo soy el que borro tus transgresiones". (2) En cuanto al grado. "Ocultar." No se podía leer a Satanás no se podía leer un rastro por donde una vez pasó la mano destructora de Dios. (3) En cuanto a la continuación. En el texto, el presente se expande hacia el futuro. Él "borra y no se acuerda".

III. La razón del perdón. Mire hacia atrás y encuéntrelo en ese consejo eterno, en el que, antes de todos los mundos, Dios le dio a su amado Hijo un reino y un pueblo. Mire hacia adelante y encuéntrelo en la voluntad de Dios, que habrá una multitud de santos lavados alrededor del trono de Su gloria, que le enviarán alabanzas por los siglos de los siglos. Búscalo en ese amor insondable en el que Él es el Padre, el Padre amoroso de toda criatura que ha creado.

J. Vaughan, Fifty Sermons, 1874, pág. 279.

Referencias: Isaías 43:25 . G. Brooks, Outlines of Sermons, pág. 94; Spurgeon, Sermons, vol. i., núm. 24, vol. xix., núm. 1142, vol. xxviii., No. 1685. Isaías 43:25 . C. Corto, Expositor, primera serie, vol. ix., pág. 150.

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