Juan 4:50

Tomando a Dios en su palabra

Cuando digo que debemos tomar a Dios en Su palabra, afirmo la más evidente de las verdades, y parece que estoy estableciendo las reglas más fáciles. Pero prácticamente, creo, ninguno es más difícil; ciertamente no hay regla tan poco guardada.

I. Entre hombre y hombre, la ley social de la fe es tan estricta que, si no crees lo que dice un hombre, se te considera que comete el mayor daño que pueda infligirle. Es maravilloso cómo todos aceptan la palabra de sus semejantes. Es la base de todas las transacciones civiles. Quite esa confianza, y la sociedad misma debe romperse. En este momento no hay nada que la mayoría de nosotros resentiría tanto como la sombra de una imputación sobre el crédito de su palabra.

¿Y no tiene el Dios verdadero el mismo sentimiento de celos por su propia veracidad, y el mismo sentimiento indignado de maldad e indignación cuando se cuestiona su palabra? ¿Te sorprende que la incredulidad se coloque entre los pecados más atroces?

II. Note una o dos formas por las cuales podemos cultivar ese bendito arte, ese profundo secreto, de tomar a Dios en Su palabra. (1) Primero, debes volver a las simplicidades de la infancia. Es la característica de un niño en quien confía. Y si nunca se ha abusado de su confianza y nunca se ha violado groseramente su hábito de fe, un niño muy pequeño les toma la palabra a todos; ve en todas partes el reflejo de su propia transparencia.

Es prerrogativa de la niñez física y espiritual creer. (2) Debes tener puntos de vista honrados de lo que es la palabra de Dios. No hay una palabra que Dios te haya hablado jamás, pero todos los atributos de Dios fueron para hacer esa palabra. Experimente todos los días con la palabra de Dios. Cada experimento que hagas sobre una promesa confirmará su verdad y poder; y los experimentos que se repiten a diario pronto se convertirán en el hábito de tomar a Dios en su palabra.

(3) Pero, mucho más que todo, debe familiarizarse con el Portavoz. Debes conocer, antes de que puedas conocer la palabra, el corazón que la habla, debes conocer el corazón de Jesús. ¿Cómo vamos a confiar en la palabra, si no confiamos en el Portavoz?

J. Vaughan, Sermons, 1868, pág. 165.

Referencias: Juan 4:50 . Revista del clérigo, vol. v., pág. 3 2 Juan 1:4 : 54. W. Milligan, Expositor, segunda serie, vol. iv., pág. 268. Juan 4 AB Bruce, La formación de los doce, p.

248. Juan 5:1 . Expositor, primera serie, vol. viii., pág. 390; Spurgeon, Sermons, vol. xxi., No. 121 1 Juan 5:1 . Ibíd., Vol. xiii., núm. 744; Homilista, tercera serie, vol. ii., pág. 144. Juan 5:1 .

Homiletic Quarterly, vol. ii., pág. 209. Juan 5:1 . Ibíd., Vol. xiv., pág. 154; AB Bruce, La formación de los doce, pág. 88.

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