Juan 6:61

Cristo es la vida del mundo. Es como la vida del mundo que tenemos comunión con Él. Es como la vida del mundo que la fe lo reconoce y se regocija en Él. ¡Cristo nuestra vida! Ésta es nuestra consigna y nuestra experiencia. Decir que Cristo es nuestra vida, no es solo decir que hay vida en Cristo para mí, sino que la vida fluye hacia mí y hacia mí. Es la vida más plena y amplia; es permanente e ininterrumpido; es la vida inmerecida y no comprada; es la vida a la que ningún poder de la muerte ni la influencia de la enfermedad pueden afectar o perjudicar.

I. Es la conexión con Cristo lo que nos trae la vida. Él está en el cielo y nosotros en la tierra; pero la magnitud de la distancia no importa, siempre que haya conexión, la conexión, por así decirlo, de un solo cable. Ese único cable es la fe. Este es el único medio de conexión; la incredulidad es el gran medio no conductor, que detiene en un momento toda comunicación entre el cielo y la tierra. La fe solo restaura esto, estableciendo la más segura y más bendita de todas las conexiones entre Cristo y el alma, entre el cielo y la tierra.

II. Es la conexión con Cristo lo que continúa la vida. La vida no es como un tesoro de oro que nos traen y depositan con nosotros para servirnos toda la vida. No es como un lago o una cisterna de agua formada dentro de nosotros, haciéndonos independientes de todo sin nosotros. Es algo depositado en el cielo y transmitido a la tierra, hora tras hora, como la luz se deposita en el sol, y en cada momento sucesivo que Él emite a nosotros. La conexión entre nosotros y Cristo debe mantenerse ininterrumpida, de lo contrario, la vida que somos, fracasará.

III. La conexión con Cristo nos introduce en la vida eterna en el más allá. Porque el presente no es más que las arras de la vida venidera. Es en una flor gloriosa que el capullo actual se expande; y su expansión futura se debe a la misma conexión que la avivó y la alimentó aquí. Porque la fe es la certeza de lo que se espera; y es en estas cosas esperadas donde la fe nos introduce finalmente.

La plenitud de la vida aún está por llegar. "Aún no parece lo que seremos", pero sabemos que la vida futura de la visión a la que nos lleva la vida presente de fe, será tan indecible y gloriosa, como permanente y eterna.

H. Bonar, Tesoro cristiano, 1868, pág. 529.

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