Juan 6:66

Ideal abandonado

Esta apelación dolorosa de los sentimientos menos nobles pero naturales de los doce a sus pensamientos más elevados y espirituales no fue en este caso en vano. La apelación "¿Os iréis también vosotros?" reveló la naturaleza superior de los Apóstoles, quizás incluso a ellos mismos; les mostró que había algo dentro de ellos más allá del juicio de muchos, y de los sabios mundanos, que, sin arrogancia, podían juzgar con más fuerza, más sabiamente; les permitió ver más claro y brillante que nunca, la excelencia de ese Ideal que ya hacía muchos meses que tenían ante ellos.

I.¿Quién puede decir cuán doloroso es para un alma haber puesto un ideal realmente alto ante sí, y luego haber dado el paso de apartarse y reflexionar por el resto de la vida sobre lo que podría haber sido, con un un poco más de perseverancia, un poco más de fe en Dios. Pensemos en los peligros que nos acechan aquí. Existe (1) el peligro de la apatía. Incluso mirar un ideal así sin amor se endurece.

Tener una concepción de alguna nobleza en el carácter, y no desear poseerla, no hacer algún esfuerzo en pos de ella, nos rebaja. (2) El peligro de la inestabilidad de nuestros ideales, pérdida de tiempo y poder. Como todos tenemos caracteres diferentes, como difieren nuestras capacidades, también lo hacen nuestras concepciones. Entonces, cambiar la nuestra por las opiniones de otros hombres es a menudo peligroso, pero los personajes crecen; no se hacen de repente. (3) El peligro de juzgar mal otros ideales. Es en vano que pensemos en lo bien que deberíamos desempeñarnos en el lugar de otro hombre, en lugar de ser sinceros en hacerlo bien en el nuestro.

II. Entonces averigüe su trabajo; averigüe su mejor esbozo, su ideal, y sígalo; sabiendo que al hacerlo sigues a Cristo, sigues la luz, sigues la vida. "Porque el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida". No en la oscuridad con sus miedos y fantasías, y exageraciones de los objetos terrenales, sino con la luz de la vida ante él, fijada en un lugar seguro para guiarlo, brillando en un ancho rastro claro sobre la faz del mar, brillando en su rostro. y alegrando sus ojos con su belleza, no sólo una luz, sino una vida, un soplo, un espíritu de lo alto.

Arzobispo Benson, Boy Life, Sundays in Wellington College, pág. 109.

Referencias: Juan 6:66 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xv., pág. 83; S. Macnaughton, Religión real y vida real, pág. 209. Juan 6:66 . Spurgeon, Sermons, vol. xxviii., nº 1646; Homiletic Quarterly, vol. xi., pág. 258; vol. xiii., pág. 257; AF Joscelyne, Christian World Pulpit, vol. xvi., pág. 131; G. Jenkins, ibíd., Vol. xxiii., pág. 305; E. Bersier, Sermones, segunda serie, pág. 18.

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