Mateo 25:8

I. "Nuestras lámparas se han apagado". El horror del grito; todo lo que está comprimido en él; qué secretos de vidas descuidadas que sólo la mitad sospechaban de su propia descuido. Numerosos moribundos lo pronuncian a diario; si pudiera ser escuchado y entendido, seguramente aplastaría a todas las criaturas en silencio, es tan emocionante, tan significativo, una eternidad entera e ilimitada que resuena tan salvajemente.

II. Verán, tenían lámparas: se habían esforzado por comprar aceite: una vez que sus lámparas no se apagaron.

III. Habían estado observando y despiertos casi toda su vida.

IV. Y ahora no se fueron, fueron tras el mundo, solo durmieron: es decir, se tomaron las cosas con facilidad; era problemático estar siempre en guardia; relajaron la vigilia de la oración; dejan que sus conciencias se vuelvan indistintas. Pero los buenos también durmieron; ¡sí! e incluso ellos corrieron un riesgo espantoso; pero antes de eso se habían arrepentido, habían hecho mucho, no habían confiado simplemente en la fe, en los sentimientos y en las devociones externas. El grito de medianoche toma a todos por sorpresa.

V. Prisa por traer aceite; viene el Esposo; las puertas están cerradas. "Señor, Señor, ábrenos". Todo está quieto; sin voz desde dentro. Habló una vez, y lo confirmó con Su amén, cuya más suave positividad se había escuchado a la orilla del lago, en la colina verde, en el campo de maíz y en el patio del templo. ¡Oh, esas puertas cerradas! qué hermoso, qué hermoso es todo dentro de esas puertas una tierra de luz dorada, de la más pura felicidad, de vida eterna. "¡Señor, Señor, ábrenos!" ¡Oh, vírgenes insensatas, insensatas, esas puertas nunca más se abrirán!

FW Faber, Preacher's Lantern, vol. i., pág. 142.

Referencias: Mateo 25:8 . FW Farrar, En los días de tu juventud, pág. 41; HJ Wilmot-Buxton, Waterside Mission Sermons, núm. 25; HP Hughes, Christian World Pulpit, vol. xxvi., pág. 410; J. Jackson, Church Sermons, vol. ii., pág. 241.

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