Mateo 8:23

El apaciguamiento de la tempestad.

I. "He aquí, se levantó una gran tempestad en el mar". Una ráfaga repentina y violenta, como la de estos pequeños mares interiores, rodeados de desfiladeros, descendió sobre el fondo del lago; y el barco que llevaba al Salvador del mundo parecía estar en peligro inminente. Pero aunque el peligro era tan real y cada vez más urgente, "hasta que las olas golpearon el barco, de modo que ahora estaba lleno", su Maestro, cansado y agotado por las fatigas del día, siguió durmiendo todavía.

Los discípulos pueden haber vacilado mucho antes de aventurarse a despertarlo; sin embargo, al fin, el extremo del peligro superó su vacilación, y lo hicieron, no sin exclamaciones de prisa y terror, como lo demuestra el doble "Maestro, Maestro" de San Lucas.

II. "Se levantó y reprendió a los vientos y al mar". La confianza del César en que la barca que lo contenía a él y a su fortuna no se hundiría forma una contraparte terrenal de la tranquilidad y la confianza celestiales del Señor. En la hora de su alboroto más salvaje, la naturaleza conoció la voz de Aquel que era su legítimo Señor, y gustosamente regresó a su lealtad a Él, y en este momento a su lugar de servicio apropiado para esa raza de la cual Él se había convertido en la Cabeza, y cuya prerrogativas perdidas que estaba reclamando y reafirmando una vez más.

El principal propósito ético de nuestro Señor era llevar a sus discípulos a pensamientos cada vez más elevados y terribles acerca del Señor a quien servían, y enseñarles cada vez más que cerca de Él estaba la seguridad y la liberación de todo peligro. El peligro que ejercían debía fortalecer igualmente su fe, y de hecho tenían necesidad de una fe poderosa, ya que Dios, en palabras de San Crisóstomo, los había elegido para ser los atletas del mundo.

III. El mar es cada vez más en las Escrituras el símbolo del mundo inquieto y pecaminoso. Así como Noé y su familia, el núcleo de toda la humanidad, estuvieron una vez contenidos en el arca arrojada a las aguas del diluvio, así el núcleo de la nueva humanidad, de la nueva creación, Cristo y sus apóstoles, en este pequeño barco. Y la Iglesia de Cristo se ha parecido cada vez más a esta barca tempestuosa, las olas del mundo rugiendo horriblemente a su alrededor, pero nunca prevaleciendo para abrumarla, y esto porque Cristo está en ella.

RC Trench, Notes on the Miracles, pág. 152.

Referencias: Mateo 8:23 . Homiletic Quarterly, vol. i., pág. 392. Mateo 8:23 . Parker, Vida interior de Cristo, vol. ii., pág. 39; S. Cox, An Expositor's Notebook, pág. 314. Mateo 8:23 .

Revista del clérigo, vol. ii., pág. 25; WF Hook, Sermones sobre los milagros, vol. i., pág. 207. Mateo 8:24 . Preacher's Monthly, vol. vii., pág. 91. Mateo 8:25 . J. Keble, Sermones desde el Adviento hasta la Nochebuena, pág. 272.

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