Salmo 114:8

(con Deuteronomio 32:13 )

I. ¿No es instructivo para nosotros que cosas tan altas se hayan vuelto tan bajas? que los elementos firmamentales se ofrecen, en forma de piedras, para los usos más humildes? Cuán maravillosamente pasivos son para todos los operadores y operaciones. Son tan dócilmente sumisos a los usos más bajos como a los más elevados.

II. Escuche otro sermón de piedra: Somos piedras y ustedes son almas. Se acerca nuestro día de la libertad. Oigan, almas, que en el día de Dios, cuando las piedras despierten a la luz, ustedes entren en la casa de las tinieblas y la servidumbre.

III. Las piedras son cosas obstinadas, pero las almas obstinadas son las piedras más obstinadas. Las piedras son menos capaces de resistir las influencias de la naturaleza que las almas las influencias de Dios.

IV. Escuchen las piedras una vez más, y desde el fondo de su corazón: Somos piedras y ustedes son almas; pero tu Señor es nuestro Señor, y nuestro Señor es tu Señor. Él nos hizo, y no a nosotros mismos; y no hay piedra que no esté atravesada por Su presencia. Cuando murió, las almas se burlaron de él; pero las piedras temblaban hasta el centro.

V. Somos piedras y ustedes son almas. Cuando el Señor yacía encerrado en piedra, no ofrecimos resistencia a Su resurrección. ¿Te has rendido para que Él resucite de entre los muertos en ti?

VI. Tenemos la sustancia de las piedras, pero no hay voluntad de piedra en nosotros para resistir a Aquel a quien nada debe resistir. Tienes la sustancia de las almas; pero llevas dentro de ti una voluntad de piedra, por la cual resistes a tu Señor, como nunca lo hicieron las piedras. Es mejor ser piedras que tales almas.

J. Pulsford, Horas tranquilas, pág. 241.

Referencias: Salmo 115:3 . A. Mursell, Christian World Pulpit, vol. xvii., pág. 8. Salmo 115:12 . Revista homilética, vol. viii., pág. 249. Salmo 115:15 Spurgeon, Sermons, vol. xviii., No. 1077.

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