Salmo 42:8

I. El primer pensamiento que extraeríamos de este versículo es que debe haber cambios en toda vida verdadera. (1) Estos cambios dan a la vida las condiciones más opuestas de luz y oscuridad. Hay día y hay noche. Estos representan los cambios de color que pasan a lo largo de nuestra historia, desde el amplio y brillante sol de la prosperidad hasta la más oscura y dura de nuestras pruebas. Si nuestra vida ha de tener algún valor, estos deben venir de alguna forma, externa o internamente.

(2) Estos cambios se realizan según una ley fija. Es una ley de alternancia. Es de día y de noche y, gracias a Dios, también es a su debido tiempo, de noche y de día. Cada uno tiene su tiempo y uso. (3) En general, Dios nos envía una porción del día antes de la noche. La vida cristiana suele ser al principio una simple y humilde aprehensión de la misericordia de Dios que da el amor a la juventud, y no conoce los dolores de la reincidencia ni la frialdad del declive.

Es con bondad que Dios comienza nuestra vida con ese día. Fortalece para la prueba y crea una memoria dentro de la cual puede alimentarse en una esperanza. (4) Pero después del día, es la manera de Dios, tarde o temprano, enviar noche. Es la noche la que nos permite medir el día. Por la noche podemos contar nuestro trabajo y contar nuestras ganancias, y resolver, si se concede otro día, que el mañana no será como este, sino mucho más abundante. (5) Y sin embargo, no podemos desear que Dios cierre nuestra visión de esta vida con la noche. Anhelamos que la noche termine antes de morir, tener alguna racha del horizonte del día que viene.

II. El segundo pensamiento contenido en este pasaje es que para adaptarse a estos cambios en la vida hay provisiones Divinas. Porque el día que Dios ordene Su "bondad amorosa"; porque la noche que da "Su cántico". La bondad amorosa es la bondad de Dios sobre nosotros y alrededor de nosotros, la canción Su bondad en nosotros y que pasa a través de nosotros.

III. El tercer pensamiento es que hay un deber constante de nuestra parte en medio de todo. "Y mi oración al Dios de mi vida". El día y la noche nos llaman a santificar cada uno, por su propia forma, para Dios; y algunos días y noches en sus tentaciones y dolores exigen que prevalezcan esas luchas que tienen poder con Dios.

J. Ker, Sermones, pág. 213.

Referencias: Salmo 42:8 . Revista homilética, vol. viii., pág. 15. Salmo 42:9 . Spurgeon, Evening by Evening, pág. 204.

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