Salmo 45:3

Los tres oficios de Cristo.

Aquí se habla de Nuestro Señor en dos caracteres distintos como Maestro: "Llenos de gracia son Tus labios"; y como un conquistador: "Cíñete con tu espada sobre tu muslo", o, en otras palabras, como un profeta y como un rey. Su tercer oficio especial es el de sacerdote, en el sentido de que se ofreció a sí mismo a Dios el Padre como propiciación por nuestros pecados.

I. Estos tres oficios parecen contener en ellos y representar las tres condiciones principales de la humanidad: resistencia, vida activa y pensamiento. Cristo los asumió todos, sufriendo para que sepamos sufrir, esforzándose para que sepamos trabajar y enseñando para que sepamos enseñar.

II. En estos oficios, Cristo también representa para nosotros la Santísima Trinidad, porque en su propio carácter propio es un Sacerdote; y en cuanto a Su reino, lo tiene del Padre; y en cuanto a Su oficio profético, lo ejerce por el Espíritu. El Padre es el Rey, el Hijo el Sacerdote y el Espíritu Santo el Profeta.

III. Cristo dejó tras de sí un orden ministerial, que son sus representantes e instrumentos; y ellos, aunque vasos de barro, muestran según su medida estos tres caracteres: el profético, el sacerdotal y el real. Es más, todos Sus seguidores en cierto sentido tienen los tres oficios, como las Escrituras no tardan en declarar. El conocimiento, el poder y la resistencia son los tres privilegios de la Iglesia cristiana.

(1) Cada estado, cada rango en el mundo, tiene su excelencia particular; pero esa excelencia es solitaria. El oficio real tiene este gran defecto, que es todo poder y no sujeción, todo hacer y no sufrir. Cristo no fue un Rey sin ser también un Sufridor, y así también sus seguidores después de Él. (2) El soldado se acerca más que el rey al modelo de Cristo. Sin embargo, aquí también hay grandes inconvenientes.

( a ) Está el arma carnal. ( b ) El soldado no es más que un instrumento dirigido por otro. Cristo y sus ministros son conquistadores incruenta. (3) Los grandes filósofos del mundo, cuyas palabras son tan buenas y tan efectivas, con demasiada frecuencia no son más que palabras. ¿Quién garantizará que hagan además de hablar? Son sombras del oficio profético de Cristo, pero ¿dónde está el sacerdotal o el real? ¿Dónde encontraremos en ellos la nobleza del rey y la abnegación del sacerdote? Así es el mundo, pero Cristo vino a hacer un mundo nuevo. Vino a combinar lo que se disipó, a refundir lo que se hizo añicos, en Sí mismo. Él comenzó toda excelencia, y de Su plenitud hemos recibido todo.

JH Newman, Sermones sobre los temas del día, p. 52.

Referencias: Salmo 45:6 . Expositor, tercera serie, vol. v., pág. 312. Salmo 45:6 ; Salmo 45:7 . Preacher's Monthly, vol. VIP. 341. Salmo 45:7 .

Spurgeon, Sermons, vol. xxii., núm. 1273; Ibíd., Morning by Morning, pág. 150. Salmo 45:7 ; Salmo 45:8 . Ibíd., Sermones, vol. ix., núm. 498. Salmo 45:8 .

Ibíd., Evening by Evening, pág. 46. Salmo 45:9 . JM Neale, Sermones sobre pasajes de los salmos, pág. 129. Salmo 45:10 ; Salmo 45:11 . G. Brooks, Outlines of Sermons, pág. 136.

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