EL PECADOR Y SUS OBRAS DESTRUIDAS

'Y el fuerte será como estopa, y el que lo hizo' [su obra] 'como una chispa, y ambos arderán a la vez, y nadie los apagará.'

Isaías 1:31

Hay quienes se glorían en la grandeza exterior. Son (piensan) 'fuertes como los robles', pero esa fuerza, cuando no está sostenida por la justicia, es solo como el lino tosco y sin tejer, que se rompe fácilmente y se consume fácilmente. La maldad perecerá, aunque se siente en tronos. "Un imperio basado en el mal está completamente podrido". La lección del texto es que el pecado del malhechor se convierte en su azote. La obra del fuerte será para él como una chispa de fuego, y ambos arderán y arderán inextinguiblemente. Las palabras miran el advenimiento del Señor puramente del lado del juicio.

I. Es la ley de Dios que la maldad será destruida. - (1) La historia de las naciones prueba esto, y toda esa historia es una profecía del Gran Juicio. La nación judía ha sido borrada de la historia como nación. Vea el destino de los imperios de todo el pasado: Egipto, Nínive, Babilonia, Grecia, Roma. Piense en Napoleón I y su sucesor en el imperio. (2) Historia de hombres individuales . ¿Lo has visto alguna vez? No digas "¿Dónde está la promesa de su venida?" pues cada uno de esos casos es una promesa.

II. Es la ley de Dios que el propio pecado del hombre será su destrucción. —'Su trabajo es como una chispa '. La ambición ilumina la retribución penal de un hombre; la sensualidad es la chispa del remolque de otro; y la avaricia causa la ruina de un tercero. Nuestros agradables vicios son nuestros azotes ( Salmo 9:16 ; Salmo 28:4 ).

III. Es la ley de Dios que esta destrucción será irrecuperable. —'Los dos arderán a la vez, y nadie los apagará '. Hay un tiempo en que hasta las lágrimas y la penitencia parecen vanas.

Ilustración

El principio de este pasaje nos enseña las siguientes cosas: (1) Que los malvados, por poderosos que sean, serán destruidos. (2) Que sus obras serán la causa de su ruina, una causa que necesariamente conducirá a ella. (3) Que las obras de los impíos, todo lo que hacen y todo de lo que dependen, serán destruidas. (4) Que esta destrucción será definitiva. Nada detendrá la llama. Ninguna lágrima de penitencia, ningún poder de hombres o demonios apagará el fuego que las obras de los impíos encenderán.

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