Y Saúl dijo: Se la daré para que le sea una trampa.

El matrimonio, un instrumento de intriga

No nos faltan ejemplos en la historia profana de padres reales que emplean contratos matrimoniales como instrumentos de intriga o venganza. Antíoco el Grande casó a su hija Cleopatra con Ptolomeo Epífanes, rey de Egipto, con el fin de acompañar su destrucción, aunque la bajeza del complot se derrotó a sí misma (Delany). Saulo, sin duda, en circunstancias ordinarias, se habría sentido violentamente resentido por el matrimonio de Michal; pero fue lo suficientemente hábil para ver, en los preliminares de tal conexión, una nueva oportunidad para realizar su propósito mortal, y eso, también, mediante la repetición de la estratagema idéntica y la picardía indigna que en dos ocasiones anteriores había sido frustrada. Le agradó la cosa, y Saúl dijo: Se la daré para que le sea una trampa, y la mano de los filisteos sea contra él. (JR Macduff, DD )

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