Sin embargo, Amán se contuvo.

Posibilidad de autocontrol

Amán se contuvo. Es una circunstancia que no es indigna de ser notada, que incluso aquellas personas que habitualmente son obstinadas y desprovistas del poder del autogobierno, pueden, no obstante, cuando la ocasión lo requiera, ejercer un maravilloso control tanto sobre su habla como sobre sus pasiones. Así, por ejemplo, se encontrará que un hombre adicto al pecado de jurar profano pone tanta guardia en sus palabras en presencia de un superior que detesta ese pecado, que ni un juramento escapará de sus labios.

Un hombre que no domina su temperamento en momentos normales parecerá tranquilo y sereno en su relación con aquellos de quienes depende o cuya buena opinión desea obtener. Un hombre dado al exceso en la complacencia de sus apetitos tendrá cuidado de no transgredir en compañía donde se consideraría vergonzoso. Ahora bien, hay un principio importante involucrado en todo esto, que afecta profundamente la responsabilidad moral de tales hombres por toda su conducta.

Porque si pueden someterse a tal restricción, cuando sirve a su propósito, de que los hábitos formados durante mucho tiempo puedan controlarse y dominarse, entonces pensamos que incluso ellos mismos deben admitir que se ven privados de toda excusa cuando se permiten. estar gobernado generalmente por estos hábitos. Y si la consideración por las opiniones y sentimientos de sus semejantes ejerce sobre ellos un poder que la ley de Dios no posee, entonces es evidente que son culpables de la culpa de estar más asombrados por los hombres que por Dios. ( AB Davidson, DD )

Y cuando llegó a casa.

Casa con un hombre malo

No es agradable volver a casa con Amán; pero Dios piensa que es bueno que veamos el interior del corazón de un hombre malo. Entenderemos mejor la ironía de su providencia. ( T. McCrie. )

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